Un número no debería decirme cómo sentirme sobre mí mismo/a
¿Quieres descubrir cómo se produjo el cambio?
¿Y si el peso no es lo que crees que es?
Revisión de autoestima
El otro día me pesé y me sorprendió darme cuenta de que, aunque me sentía súper sexy, ligera y para nada «gorda» o «pesada», el número de la báscula me hizo cuestionar esta sensación de belleza.
Los primeros pensamientos que pasaron por mi cabeza fueron «El número está demasiado alto para ser una muestra ‘aceptable’ sobre cómo me sentía, incluso he ganado un poco más desde la última vez que me pesé» ¿Cómo es que tenía un estándar con el que medir mi belleza, o el derecho a sentirme guapa a partir de un número en la báscula?
La última vez que me pesé, tuve una experiencia y una reacción muy diferentes. Estaba muy insatisfecha con mi peso, había subido 8 kg en muy poco tiempo justo después de haberlo perdido unos meses antes. (Durante mis «meses más livianos» tuve una experiencia de compra totalmente diferente y disfrutada: ¡Había bajado de talla y finalmente me quedaban bien muchos estilos de moda que antes solo era un sueño poderlos llevar! Disfrutaba tanto de las compras, que me resultaba difícil no ir a comprar jaja 😂)
¿QUÉ CAMBIÓ?
Durante los meses que gané peso, mi estilo de vida había cambiado muchísimo. Mi actividad diaria había disminuido y la cantidad de lo que comía había aumentado. Como consecuencia, mi estado de motivación (salir de la cama, salir a pasear, estudiar, trabajar, etc.) cambió drásticamente. Estaba atrapada en un círculo vicioso en el que me iba a dormir muy tarde, veía series de forma compulsiva, no salía a pasear (ni siquiera a hacer la compra), no hacía ejercicio a diario, no preparaba ninguna comida saludable y que me sirviera de apoyo, reduje mi contacto con los demás y tenía dificultades para comprometerme con los trabajos… así que básicamente procrastinaba ¡mucho! Después de un largo periodo con miedo a mirar la báscula, finalmente lo hice, y efectivamente no quedé muy contenta con el resultado. Pero lo que ví tenía sentido y confirmaba que la forma en que había estado viviendo no me apoyaba de ninguna manera. Fue una llamada de atención para dejar de dar vueltas y empezar a quererme de nuevo. Así que, después de mucho tiempo de autoindulgencia y de darme lástima a mí misma, finalmente tuve suficiente y empecé a dar los pasos de vuelta hacia un día lleno de más amor, alegría, motivación y simplicidad.
Reducir rigurosamente el tiempo en las redes sociales, la música y las películas (incluidas las series en YT) y asegurarme de preparar y comprar más alimentos que me apoyaran, realmente me ayudó a mantenerme centrada y a reducir mis ganas de desconectarme o esconderme.
El Mayor Cambio
PERO el mayor cambio en mi compromiso de volver a mi día a día fue … el descanso. ¡Sí, el DESCANSO! La duración y el ritmo de mi sueño habían recibido el mayor golpe durante mi fase de descanso. A veces no me dormía hasta antes de las 2 de la mañana y no dormía más de 6h, esta era la forma más fácil de mantenerme en un trance de tristeza y cero motivación.
Al centrarme en mi descanso y cambiar la rutina y el ritmo del sueño, me ayudé a mí misma a abordar y a responder a lo que necesitaba cambiar para volver a encarrilarme con la universidad, el trabajo y mis relaciones, especialmente la relación que tenía conmigo misma. Fui saliendo, lenta pero progresivamente, del oscuro y pegajoso pantano en el que me encontraba.
Todavía sigo ajustando y perfeccionando mis actividades diarias y mis comidas para apoyarme cada vez más. Pero la imagen que tengo acerca de mí misma y cómo me siento cambió automáticamente del juicio y la crítica a la apreciación y la celebración tan pronto como me centré en lo que tenía que hacer cada día y gracias a ello, empecé a sentirme alegre de nuevo. El hecho de no retraerme y ocultarme después de haberme escondido y construido una capa protectora (de grasa, jaja), y por el contrario salir a la luz, permitiéndome estar en la belleza de la delicadeza y la sensibilidad, me ha llevado a expresar mi sorpresa al ver el número en la balanza cuando me pesé el otro día. Además, me permití cuestionar por qué el número de una báscula debe cambiar mi forma de sentirme, en lugar de sentirme automáticamente mal conmigo mismo/a. Aunque peso más que nunca, me siento igual de sexy, elegante y guapa que con 9 kg menos. Sí, actualmente llevo una talla diferente de vaqueros y mis curvas parecen más voluminosas que antes, pero la apertura, la ligereza y la gracia que sentía cuando estaba más delgada volvieron en el momento en que dije sí a disfrutar de la vida y a vivirla con todas sus responsabilidades. Que no dependa de mi aspecto, sino sobre de cómo me siento por dentro ✨💫